Uno de los trabajos más satisfactorios de 2017 ha sido la recuperación de un suelo que el cliente pensaba cubrir, por su mal estado. El local llevaba cerrado más de quince años, antes había sido una pastelería. En su momento, la zona de la entrada había tenido un suelo de sintasol, el obrador de terrazo y el almacén, de baldosa hidráulica.
Al retirar el sintasol, queda al aire el cemento nivelador. Eliminar esa capa, es una inversión de tiempo que no encaja en el proyecto. Hay que proponer alternativas. La idea de la propietaria es poner un suelo laminado o parqué, pero el decorador piensa que el suelo ha de verse tal como es. Encaja perfectamente con las piedras y arcos del local. De la puerta al fondo, el paso del tiempo lo cuenta el suelo. Sintasol, terrazo, hidráulico. Muchos años, con cicatrices y parches a la vista.
Cuando nos encargan una limpieza, hay que ir al lugar para valorar y hacer un presupuesto cerrado. Nada más llegar al local, a pesar de la obra, el aspecto es imponente. Es de esos lugares, que admiten cualquier tipo de negocio casi sin cambios estéticos. Además, se ve en muy buen estado, sin humedades, ni salinidad. Y claro, el suelo. El suelo es una maravilla. Sin saber nada del debate, está claro qué hay que hacer para sacarlo el partidazo que tiene.
Y hablamos. Sé que es posible dejar las baldosas brillantes. Y el cemento, con el tratamiento adecuado, no soltará polvo, quedando más uniforme y brillante. Todo ello con menos trabajo e inversión que un suelo nuevo y sin retrasar las obras.
¿Convencemos a la clienta? Pues no del todo, la verdad. Confía, pero no llega a imaginarse el resultado. Utilizando los productos adecuados va a tener el suelo que merece su local. Sin obras ni retrasos, en menos días de lo que piensa. Y una vez terminado, va a necesitar un cuidado mínimo. Esto último, es muy importante en un comercio.
En tres jornadas, se ejecuta el trabajo. El local está aún vacío, con tránsito de gremios pero nos dejan trabajar como nos gusta. Cada suelo tiene unos tiempos de tratamiento y secado. Si se respetan, no hay que volver atrás o hacer repasos.
¡¡Convencida la clienta!! Se cumplen los plazos con el resultado esperado. Luce el suelo como nunca y la clienta entiende que taparlo hubiese sido un error. Ahora sí, el local está completo, manteniendo su esencia del suelo al techo. Solo queda el contenido.
Dèjá Vu Lingerie abre en el plazo previsto. Si os pasáis por Laredo, no dejéis de visitarlo. En un palacio del siglo XVII encontraréis una tienda de lo más sugerente. Por el local, por sus productos y por Virginia, su propietaria. Se dice, que el comercio ha de crear una experiencia de compra única. Aquí la encontraréis.
La decoración, que no se me olvide. La ha realizado Delfín 2 de Laredo. No es la primera colaboración que tenemos ni será la última. Es un placer trabajar con profesionales que te facilitan la vida y creen en ti.
Disfrutar del trabajo es una suerte. Y si los demás disfrutan y agradecen lo que haces, la satisfacción es doble.